También se conoce como síndrome de retracción genital, y la angustia del paciente le lleva a creer que finalmente le causará la muerte.
En ocasiones se da también en mujeres, que temen que los labios de la vulva, los pezones o los pechos se retraigan hacia el cuerpo.
En 1967 hubo un brote en Singapur, donde miles de hombres llegaron a pensar que sus penes habían sido robados.
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