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jueves, 30 de enero de 2014

Una montaña de cartas, paquetes y los regalos más diversos para el Papa

Al Papa “de todos”, al Papa “como nosotros”, a este amigo de confianza al que no es fácil llegar, le llegan miles de cartas, paquetes, dibujos y los objetos más diversos todas las semanas, que forman una montaña de treinta grandes sacos de correo. Francisco da una enorme importancia a esta comunicación con la grey y rige un principio: el Pontífice no puede leer todas las cartas, pero los que escriben reciben una respuesta en su nombre, aunque sea un gracias, la bendición y un augurio.
¿Cómo funciona el mecanismo que lleva centenares de cartas, regalos y donaciones a “Francisco” o “Su Santidad” a la dirección tan conocida de Casa de Santa Marta, Ciudad del Vaticano, donde habita Jorge Bergoglio?
En el tercer piso del Palacio Apostólico se encuentra la Oficina de Correspondencia del Papa, que dirige monseñor Giuliano Gallorini, con la ayuda de la monja sor Ana y de dos señoras, más la contribución de los que deben traducir mensajes o hacer otras tareas.
Allí llega todo. Una carta de un hombre que se siente en una encrucijada y necesita consejo. El “racconto” de un drama personal que le mata todas las esperanzas y busca la sabiduría que la reconforte. A veces llegan poesías que son generalmente de amor, admiración y simpatía, dirigidas sencillamente a un padre. A Francisco le gusta leer poesía. Una señora le mandó un echarpe tejido para él, que Bergoglio se echó al cuello.
La gente común siente cerca a este Papa argentino de una popularidad mundial sin parangones por la revolución que está haciendo en la Iglesia, su modo franco y afectuoso de hablar, su énfasis en la misericordia y en las ganas de perdonar sin cansarse que tiene Dios. La Iglesia es ya “otra cosa” y todavía Francisco no ha cumplido un año a su frente. Lo eligieron el 13 de marzo y se acerca la fecha para celebrar el acontecimiento.
El Centro Televisivo Vaticano entrevistó a monseñor Gallorini y ayer la radio Vaticana volvió sobre el tema. “Los pedidos que llegan son sobre todo de consuelo y de oración. Muchas cartas se refieren a las dificultades o enfermedades. Piden rezos por los chicos, describen los problemas económicos. Tratan de hacer sentir la vecindad del Papa, que capta sus sufrimientos, su malestar, que les es cercano en la oración”, dijo el encargado de gestionar la correspondencia.
La crisis global agrava las penas, la tristeza, la soledad y hasta la desesperación. “En lo que es posible ayudamos orientando hacia sitios específicos. Por ejemplo, los pedidos de ayuda económica se transmiten a las Caritas diocesanas para que puedan verificar y ser de inmediato más operativos”, señaló.
La correspondencia que llega es ante todo clasificada por idiomas. Después las cartas son abiertas y leídas.
Su Oficina debe ayudarlo porque no puede leer todo. “Se trata de distinguir el pedido de quien quiere dar un simple saludo correspondido al Papa de aquel que busca consuelo en Francisco, un apoyo espiritual, una mano tendida para una necesidad urgente”.
Monseñor Gallorini explicó que estas últimas cartas “son las que llegan al escritorio papal”. “Son los casos más delicados, como los casos de conciencia. En estas situaciones se hace una minuta y se la pasamos a los secretarios para que Francisco la lea directamente. El lo hace, pone una sigla y nos dice cómo debemos responder ”.
Todas las cartas reciben una respuesta, aunque sea sólo para expresar la gratitud de Francisco o un saludo afectuoso.
Cuando un caso lo emociona especialmente, como es sabido, el Papa toma el teléfono y llama. Los argentinos son sus favoritos, pero mucha gente de otros países enmudece cuando escucha: “¿Qué tal?, soy el Papa Francisco”.
El Papa quiere sobre todo compartir, su talante que es todo un programa de pontificado es el apostolado entre la gente, el pastor que vive con sus ovejas.

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