Éstos utilizaron un tipo de ecografía llamada imagen de tensor de difusión, que es apropiada para visualizar tejido nervioso y cerebral.
Los 32 voluntarios que se sometieron a las ecografías debieron decir con qué frecuencia cabeceaban la pelota durante los entrenamientos y durante los partidos.
Esto reveló que los jugadores que eran "cabeceadores frecuentes" presentaban obvios síntomas de leve lesión cerebral por traumatismo en sus ecografías.
Cinco regiones cerebrales resultaron dañadas, áreas en el frente del cerebro y hacia el posterior del cráneo, donde tienen lugar los procesos de atención, memoria, funcionamiento ejecutivo y funciones visuales de alto orden.
Los investigadores creen que las lesiones se desarrollaron con el tiempo.
Los mismos voluntarios también tuvieron mal rendimiento a la hora de responder pruebas diseñadas para medir habilidades cognitivas como memoria verbal y tiempos de reacción.
El daño sólo tenía lugar en jugadores que dijeron cabecear una pelota al menos unas 1.000 veces por año.
Quien murió en 2002, Asle, de 59 años desarrolló problemas cognitivos luego de años de jugar por Inglaterra y West Bromwich Albion.
La autopsia reveló que su muerte fue el producto de una enfermedad cerebral degenerativa causada por cabecear pesadas pelotas de cuero.
Aunque los balones que se utilizan hoy para jugar fútbol son más livianos que los utilizados en los '60, cuando Astle jugaba, todavía pueden causar un impacto brutal, asegura el jefe de la investigación, el doctor Michael Lipton, del Montefiore Medical Centre, el hospital universitario del Albert Einstein Colege of Medicine.
Los expertos dicen que el perfecto cabezazo exige la vista en el balón y hacer contacto con el balón en el punto más alto del salto.
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