Dan Brown presentó “Inferno”, donde teje una cautivante historia atada a "La divina comedia". En una entrevista, contó que usa botas de gravedad para colgarse y reveló el curioso ritual que practica cada vez que termina una obra
Desde que "El código Da Vinci" se convirtió en la novela más vendida de la historia, Brown también tiene sus propios códigos. Religión y arte se vuelven a ver las caras bajo la audaz mirada de Robert Langdon en "Inferno", pero el autor reivindica la compatibilidad entre complejidad y best-seller.
"No hay nada más difícil que escribir un libro fácil de leer", aseguró Brown en una entrevista con Efe. "Por el contrario, es muy fácil escribir un libro difícil de leer. El truco para que las páginas vuelen tiene mucho que ver con enseñar algo nuevo en cada página", añadió.
Brown -experto en tejer tramas que no dejan respiro al lector- escudriña esta vez la matemática y complejísima estructura de la obra magna de Dante Alighieri, "La divina comedia", y toma de su primera parte la inspiración para pasear y reinterpretar las calles de Florencia, donde despierta amnésico su personaje fetiche: el catedrático de Simbología de la universidad de Harvard, Robert Langdon.
Convertido en millonario -con su éxito presente editó obras del pasado como "La fortaleza digital" y "La conspiración"- no tiene a la crítica de su parte, pero tampoco le preocupa. Luego de la gran rentabilidad comercial de las adaptaciones cinematográficas de "El código Da Vinci" y "Ángeles y Demonios" espera que "Inferno" se traduzca en la tercera película basada en su obra.
En una entrevista con la revista Time titulada “10 preguntas para Dan Brown”, contó que antes de comenzar a escribir se había inclinado por la música pero que había fracasado durante muchos años. No obstante, todos los días toca el piano. Además, reveló que usa botas para la gravedad desde que se las indicaron por cuestiones psicológicas pero que con el tiempo se dio cuenta que estar con la cabeza para abajo le hace pensar de diferentes modos, lo que probablemente fue su inspiración para su libro “Ángeles y Demonios”.
En diálogo con la periodista de esa publicación, Belinda Luscombe, el escritor reveló el particular rito que practica cada vez que termina un libro. “Hay tres cajas triangulares que compré en Costa Rica hechas de palisandro. Como recordarán, rosas y palisandros tenían un rol en “El código Da Vinci”. Una de estas tres cajas es sostenida por mí, otra por mi editor y otra por mi agente. La noche anterior a la presentación del libro las tres cajas se juntan y nos agradecemos por todo el trabajo duro y cruzamos los dedos para que al mundo le guste lo que está a punto de nacer”.
Finalmente, le dijo a Time que no tenía solución para el problema de la sobrepoblación mundial que plantea dentro su nueva obra. “Hace unos años escuché una estadística, si conoces a alguien de 85 años esa persona nació en un mundo que tenía un tercio de la gente que existe hoy el mundo. La población se ha triplicado en los últimos 85 años. Los futuristas no consideran la sobrepoblación como uno de los problemas del futuro: lo consideran el problema del futuro”, aseguró Brown.
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