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martes, 9 de julio de 2013

"La globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar", dice el Papa

En la primera visita pastoral de su papado, el papa Francisco hizo a un lado el protocolo y la política en la pequeña isla de Lampedusa, en la costa de Sicilia, para rezar por los refugiados y los migrantes perdidos en el mar.
Francisco aprovechó su visita a la isla para criticar lo que él llama "la indiferencia global" a la crisis de refugiados.
"Hoy nadie en el mundo se siente responsable por esto; hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraternal; hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y el sirviente del que Jesús habla en su parábola del Buen Samaritano", dijo. "Miramos al hermano medio muerto al lado del camino, tal vez pensamos 'pobre hombre' y continuamos nuestro camino".
En su encuentro con los inmigrantes, el Papa Francisco repitió la pregunta de Dios a Caín, en Lampedusa, según reporta el sitio web de la Radio Vaticana. “¡¿Dónde está tu hermano?!” Y agregó: "¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas de la barca? La globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar".
El papa no dudó en tuitear sobre la dura realidad que afrontan los inmigrantes y que pudo palpar de cerca:
Pidamos un corazón que acoja a los inmigrantes. Dios nos juzgará según hayamos tratado a los más necesitados.
Lampedusa se encuentra a 13 kilómetros de Túnez y ha sido el primer punto de entrada a Europa para más de 200.000 refugiados e inmigrantes irregulares desde 1999, según cifras de Naciones Unidas. Apenas horas antes de la llegada del Papa, la Guardia Costera italiana había rescatado un barco dañado con 165 eritreos a bordo.
El pontífice voló de Roma a Lampedusa la mañana del lunes e inmediatamente subió a una embarcación de la autoridad portuaria involucrada en el rescate de más de 30.000 refugiados en años recientes, según la Guardia Costera italiana.
Más de 120 pescadores de Lampedusa escoltaron la embarcación al principal puerto de la isla. Fuera del puerto, el Papa se detuvo a orar a la vista de los restos de un naufragio letal ocurrido en 2011, antes de lanzar flores al agua para conmemorar las vidas de quienes se perdieron en el mar "en busca de una vida mejor".
En el lugar hubo también botes de turistas, yates y personas en jet ski ondeando la bandera papal amarilla para agradecer al pontífice.
"Con una corta visita, el Papa está desviando la atención a tres asuntos principales, la difícil situación de los inmigrantes pobres, el problema del tráfico humano y la brecha creciente entre ricos y pobres en el mundo", indicó el analista sobre el vaticano Greg Burke antes de la visita.
"El papa Francisco está mostrando que cuando dice en la fe cristiana 'ama a tu vecino' no solo se refiere a la persona de al lado. Esta pequeña isla muestra el increíble contraste entre el norte y el sur globales, entre los que tienen y los que no tienen. Es una gran lección de verdadera caridad; muchos de los inmigrantes ni siquiera son cristianos".
Al llegar al puerto, el Papa se reunió con 50 migrantes incluyendo hombres, mujeres y niños, tanto cristianos como musulmanes, y escuchó sus historias sobre su viaje por el norte de África. Luego fue trasladado en un improvisado papamóvil. Fue conducido a través de las multitudes y pasó un cementerio de barcos, donde los restos de cientos de botes de migrantes se apilan junto a colchones y ropas desechadas por los botes.
El Papa celebró luego una misa para 15.000 personas bajo el intenso sol en un centro deportivo al aire libre. Desde un altar hecho de la madera de botes de refugiados y vestido con ropas púrpuras —normalmente reservadas para la Cuaresma y el luto— Francisco ofició una sentida homilía que se centró en "la indiferencia global" ante los refugiados y el problema de la migración ilegal.
El papa Francisco tomó la decisión de visitar Lampedusa después de escuchar sobre la muerte de refugiados en un barco que naufragó en la costa de Sicilia a fines de junio pasado. Varios de los refugiados se colgaron de las redes pesqueras de un barco con nave tunecina antes de que los pescadores cortaran las redes, enviando a al menos 10 personas a su muerte. Muchos de los cuerpos del accidente nunca fueron recuperados.
"Cuando, hace unas semanas, escuché las noticias que desafortunadamente han sido repetidas tantas veces, el pensamiento siempre regresa como un desgarramiento en el corazón que trae sufrimiento", dijo Francisco. "Entonces sentí que debía venir aquí hoy a orar, a hacer un gesto de acercamiento, pero también despertar nuestras conciencias para que lo que pasó no sea repetido".
Francisco agradeció a la gente de Lampedusa y a los trabajadores de rescate, organizaciones y voluntarios que operan los centros de la isla donde son recibidos los refugiados. También envió buenos deseos a migrantes musulmanes.
Luego arremetió contra quienes ignoran el sufrimiento de los refugiados. "La cultura del bienestar que nos hace pensar en nosotros mismos, que nos hace insensibles al llanto de otros, que nos hace vivir en burbujas de jabón que son hermosas pero no son nada, son ilusiones de vanidad, de lo transitorio, que traen indiferencia a los demás, que traen incluso la globalización de la indiferencia", dijo.
Las palabras del Papa probablemente no estaban dirigidas a la gente de Lampedusa, que abre sus hogares a los grupos de migrantes que llegan a sus costas cada año, sino a la Unión Europea, que analiza qué hacer con el flujo de migrantes y refugiados de años recientes. Italia y Malta han impulsado una política inmigratoria comprehensiva en la Unión Europea para ayudar a absorber este flujo, pero Francia y Alemania se han resistido a implementar el plan, llamando a las naciones del sur a hacer un mejor trabajo patrullando sus fronteras.
Hasta lo que va de 2013, más de 8,400 refugiados y migrantes han llegado a Italia y Malta en busca de mejoras económicas y asilo político, según la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. Muchos han sido deportados a sus países de origen, mientras que otros han recibido asilo político.

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