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lunes, 21 de octubre de 2013

El apego al dinero destruye: a las personas, a la familia y las relaciones con los demás

La codicia, el apego al dinero, destruye a las personas, destruye las familias y las relaciones con los demás: es lo que ha dicho el Papa esta mañana, durante la Misa en Santa Marta. La invitación no es la de elegir la pobreza en sí misma, sino la de usar los bienes que Dios nos da para ayudar a los que lo necesitan.

Comentando el Evangelio del día, en el que un hombre le pide a Jesús que intervenga para resolver una cuestión de herencia con su hermano, el Papa ha hablado del problema de nuestra relación con el dinero:

“Es un problema de todos los días.¡Cuántas familias destruidas por el problema del dinero: hermano contra hermano, padre contra hijo! Esto es lo primero que hace un ser cogido al dinero, ¡destruye! Cuando una persona está cogida al dinero, se destruye a sí misma, ¡destruye a la familia! ¡El dinero destruye! Hace esto, ¿no? Te atrapa. El dinero sirve para llevar a cabo muchas cosas buenas, muchos trabajos para desarrollar la humanidad, pero cuando tu corazón se coge así al dinero, te destruye”.
Jesús cuenta la parábola del hombre rico, que vive para acumular “tesoros para sí” y no “se enriquece en Dios”. La advertencia de Jesús es la de mantenerse alejado de la codicia.

Y esto es lo que hace el mal: la codicia en mi relación con el dinero. Tener más, tener más, tener más. Te lleva a la idolatría, ¡destruye tu relación con los demás! No el dinero en sí, sino el comportamiento, que se llama codicia. Esta codicia también te enferma, porque te hace pensar solo en función del dinero. Te destruye, te enferma y al final- esto es lo importante- la codicia es un instrumento de la idolatría, porque va por el camino contrario al que Dios ha hecho con nosotros.

San Pablo nos dice que Jesucristo, que era rico, se hizo pobre para enriquecernos. Este es el camino de Dios: la humildad, el abajarse para servir. Sin embargo la codicia te lleva por el camino contrario: tú, que eres un pobre hombre, te haces a ti mismo Dios por la vanidad. ¡Es una idolatría!”
Por esto, prosigue el Papa, Jesús dice cosas “tan duras, tan fuertes contra este apego al dinero. Nos dice que no se puede servir a dos señores: o Dios o el dinero. Nos dice que no nos preocupemos, que el Señor sabe lo que necesitamos” y nos invita “al abandono confiado en el Padre, que hace florecer los lirios del campo, y da de comer a los pájaros”. El hombre rico de la parábola continua pensando solo en riquezas, pero Dios le dice: : “Necio, ¡esta noche se te pedirá la vida!”. “Este camino contrario al camino de Dios –concluye el Papa- es una necedad, te lleva lejos de la vida, destruye toda fraternidad humana”.

El Señor nos enseña cuál es el camino: no es el camino de la pobreza por la pobreza. ¡No! Es el camino de la pobreza como instrumento, para que Dios sea Dios, ¡para que Él sea el único Señor! ¡No el ídolo de oro! Y todos los bienes que tenemos, el Señor nos lo da para hacer que el mundo vaya adelante, para que la humanidad siga adelante, para ayudar, para ayudar a los demás. Que permanezca hoy en vuestro corazón la Palabra del Señor: ‘Estad atentos y manteneos lejos de toda codicia, porque aunque uno esté en la abundancia, su vida no depende de lo que posee”.

 

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