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viernes, 4 de octubre de 2013

"La mundanidad mata a las personas y a la Iglesia"

 En el histórico sitio donde San Francisco se desprendió de sus ropas, el Papa llamó a los cristianos a "despojarse del espíritu del mundo". "No se puede servir a dos patrones: o se sirve a Dios o al dinero"

 "Muchos de ustedes han sido despojados por este mundo salvaje", dijo Francisco a los pobres en Asís, en el marco de su segunda actividad en la ciudad natal del "pobrecillo", durante la cual se reunió con las personas atendidas por Caritas: desocupados, sin vivienda fija, carenciados.

Francisco pronunció allí un breve y contundente discurso contra la indiferencia de "un mundo salvaje que no da trabajo, que no ayuda, que no le importa si hay niños que mueren de hambre, no le importa que tantas familias no tengan para comer, no tengan la dignidad de poder llevar el pan a la casa, que tanta gente deba huir de la esclavitud del hambre, huir buscando la libertad".

"Y con cuánto dolor vemos tantas veces que encuentran la muerte como pasó ayer en Lampedusa –agregó. Hoy es un día de llanto: estas cosas las hace el espíritu del mundo y es ridículo que un cristiano verdadero, un cura, una monja, un obispo, un cardenal o un Papa quieran ir por el camino de esta mundanidad, que es una actitud homicida. La mundanidad espiritual mata, mata el alma, mata a las personas, mata a la Iglesia".
"Esta es una buena ocasión para hacer una invitación a la Iglesia a desvestirse (despojarse). La Iglesia somos todos –recordó el Papa- y todos debemos ir por la senda de Jesús, que ha hecho Él mismo un camino de despojamiento y se hizo siervo, quiso ser humillado en una cruz, y si nosotros queremos ser cristianos, no hay otro camino".
"Podemos hacer un cristianismo más'humano', como se dice, sin Cruz, sin Jesús, sin despojamiento y seremos cristianos de pastelería, (pero) no verdaderos cristianos", advirtió.
"Alguno dirá ¿de qué debe despojarse la iglesia? –se preguntó a sí mismo. De un peligro gravísimo que amenaza a cada cristiano, a todos: el peligro de la mundanidad. El cristiano no puede convivir con el espíritu del mundo, la mundanidad que nos lleva a la vanidad, a la prepotencia, al orgullo. Y esos son ídolos, no Dios: la idolatría es el pecado más fuerte".
"La mundanidad nos hace mal –sentenció el Papa-, es tan triste ver un cristiano mundano, seguro –seguro según él- con la seguridad que le da el mundo. No se puede trabajar para las dos partes. La iglesia debe despojarse de la mundanidad. El propio Jesús decía no se puede servir a dos patrones: o se sirve a Dios o al dinero".
También recordó el gesto histórico del Santo Patrono de Italia, cuando se quitó las ropas lujosas que le proveía su padre para abrazar definitivamente el camino de la pobreza, la evangelización y el servicio: "Cuando Francisco hizo aquí aquel gesto de desvestirse era un muchacho muy joven, no tenía fuerza; fue la fuerza de Dios la que lo llevó a hacer esto, la fuerza de Dios que quería recordarnos lo que Jesús decía sobre el espíritu del mundo, lo que Jesús rezó al Padre, para que lo salvase de esa mundanidad".
Y concluyó: "Hoy, aquí, pidamos la Gracia para todos los cristianos de que el Señor nos dé a todos nosotros el coraje de despojarnos del espíritu del mundo, que es la lepra, el cáncer de la sociedad. El espíritu del mundo es enemigo de Jesús".
Más temprano, Francisco había visitado un centro para niños discapacitados.

 

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