Un estudio reciente del Instituto de Ingenieros Mecánicos de Reino Unido reveló que entre el 30 y el 50% o entre 1.000 y 1.200 toneladas de la comida que se produce en el planeta se pierde antes de llegar a un estómago humano.
La próxima vez que vayas a hacer las compras, trata uno o varios de estos sencillos trucos para minimizar el desperdicio de comida. No solo te ayudarán a hacer tu parte y facilitar las cosas para el medio ambiente, sino que podrías ahorrar algo de dinero en el proceso.
Ve a la tienda con más frecuencia, pero compra menos
Aunque puede parecer un gran ahorro comprar 24 cajas de yogurt, 10 kilos de papas y una caja de panecillos con descuento, pregúntate si es probable que los uses antes de que se echen a perder. Si no es así, estás tirando tu dinero. Todos somos gente ocupada que tiene tan poco tiempo como fondos y a la larga probablemente ahorrarás algunos dólares si vas a la tienda con más frecuencia y solo compras los perecederos como la carne, los lácteos, el pan y las frutas y verduras que usarás en los siguientes días.
Si es posible, elige vegetales sueltos y alimentos secos a granel en vez de cantidades ya empacadas, para que compres solo lo que necesites. Tus alimentos estarán más frescos, desperdiciarás menos empaques y perderás menos tiempo buscando la fuente de ese olor misterioso en tu cocina.
Prepara sólo lo que necesitarás para cocinar
Una gran cantidad de personas piensa que las frutas y verduras se descomponen muy rápido y que no tienen tiempo para pelar, picar y preparar los artículos que llevan del mercado a su casa.
Lo que a mí me ha funcionado es establecer una línea de ensamblaje tan pronto como llego a casa después de hacer las compras. Lleno el fregadero con agua fría, meto un par de coladeras en caso de que las necesite y lavo todo en ese momento, lo escurro y lo seco con toallas de papel para evitar que se enmohezcan o se descompongan más rápidamente. Sé que usaré los vegetales firmes como las zanahorias, calabazas y papas en los siguientes días, así que pelaré todo y tal vez picaré algo.
Una vez que todo esté bien limpio, separaré todo en contenedores transparentes y me aseguraré de que estén al frente del refrigerador y presentes en mi mente. Aunque sea un poco laborioso en ese momento, más adelante en la semana simplemente tomaré un poco y empezaré a cocinar.
Almacena la comida inteligentemente
Hablando de estar al día con tus frutas y verduras, mantén un rollo de cinta adhesiva y un marcador a la mano y escribe en cada contenedor o bolsa la fecha en la que las compraste. Escribe la misma información en un pizarrón colocado en la puerta del refrigerador para que te sirva como conteo regresivo e inspiración para tu próxima comida. Asegúrate de incluir la carne, lácteos y alimentos horneados que hayas comprado.
Los cajones, que por cierto tienen tamaños distintos, están ahí por una razón. Almacena por separado las frutas de las verduras, ya que las primeras liberan gas etileno que provocan que los vegetales se descompongan rápidamente. La carne y los mariscos deberían almacenarse en el cajón inferior para reducir el riesgo de escurrimientos y contaminación. Los huevos deben permanecer en su empaque original, al igual que la leche y los lácteos cremosos, y una vez que hayas abierto el queso, envuélvelo en papel encerado para que no se eche a perder.
Los restos de comida deberían almacenarse en contendores herméticos individuales, marcados con fecha y deben almacenarse dos horas después de haberse cocinado o consumido. También pueden congelarse según los parámetros de seguridad designados por la USDA.
Usa hasta el último residuo
He aprendido muchas cosas gracias al jardín que tengo en una terraza en la azotea. Ahora sé que estuve desperdiciando vegetales perfectamente comestibles durante la mayor parte de mi vida. He desechado tallos, cáscaras y hojas de toda clase solo porque no sabía que podía hacer algo mejor. Ahora lo sé, y aprendo todo el tiempo. Estudio cada nueva fruta o vegetal que compro para encontrar los tallos, hojas, puntas y cáscaras que son comestibles o utilizables y descubro la forma de incluirlos en los platillos.
Las hojas de los rábanos pueden sustituir otras como la arúgula, lechuga o escarola en cuanto a consistencia y sabor. Los firmes tallos de la coliflor y el brócoli se pueden rallar para saltearlos, asarlos o agregarlos crudos en ensaladas. Tomaré hasta la última pizca de sabor de la cáscara de un cítrico para preparar aderezos y alimentos horneados.
Los vegetales que han empezado a marchitarse (pero no muestran signos de moho o podredumbre) probablemente terminarán en un suculento caldo de vegetales, estofado o sopa; lo que no se pueda aprovechar va a la caja de composta para fertilizar la cosecha de vegetales del año próximo.
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