El doctor David Livingstone, de cuyo nacimiento se cumplieron recientemente 200 años, es bien conocido por sus exploraciones en África, como misionero que hizo campaña en contra de la esclavitud y por su contribución al combate de las enfermedades tropicales.
En la Gran Bretaña victoriana, ciertas zonas de África se conocían como "tumbas del hombre blanco", por el número de misioneros que sucumbía a la malaria y otras enfermedades.
Pero cuando era Livingstone quien encabezaba las expediciones, la tasa de muerte era mucho menor. La diferencia la hacía el hecho de que el pionero había descifrado cuánta quinina hacía falta para tratar la malaria: mucha.
Las anotaciones del doctor sobre la enfermedad fueron vitales para la medicina moderna.
"Su aporte fue la implementación de la quinina en el tratamiento de la enfermedad", dice Mike Barret, profesor de Parasitología de la Universidad de Glasgow, quien ha estudiado el trabajo de Livingstone. "Llevaba consigo maletas llenas de quinina a sus expediciones. Habría muerto 100 veces sin ella", explica.
Livingstone contrajo la malaria muchas veces en sus viajes. Pero no se dio cuenta, como sabemos hoy, de que los mosquitos eran los responsables de la propagación de la enfermedad.
"Compartía la idea comúnmente aceptada entonces de que se contraía la malaria al aspirar el aire pútrido de los pantanos", explica Barret. "La palabra viene del vocablo italiano 'mala aria', que significa mal aire", indica.
"Nunca estableció la conexión de la enfermedad a los mosquitos, pero notó que había una probabilidad más grande de enfermarse en las áreas donde estos se hallaban presente".
"La quinina -continúa el especialista- mata el parásito de la malaria. Pero Livingstone pensaba que su receta limpiaba el sistema de la malaria al despejar los intestinos. Entonces no sabía por qué funcionaba, pero su diligente sistema de anotaciones ayudó a quienes le siguieron los pasos".
Los remedios para la malaria del célebre viajero eran conocidos como "levantadores" por sus acompañantes, ya que los ayudaba a ponerse en pie cuando caían enfermos.
A partir del éxito de Livingstone con esta medicina, la compañía farmacéutica Burroughs-Wellcome comenzó a vender una fórmula basada en su receta. La mercadearon como "Levantadores de Livingstone" y estuvieron a la venta hasta los años 20.
Entrenamiento
Livingstone estudió medicina en la Universidad de Anderson, en Glasgow, que ahora que se llama Universidad de Stratchlyde.
Comenzó sus estudios en 1836 a la edad de 23 años. Se financió su educación con el resultado de años de duro trabajo en un molino de algodón en el poblado de Blantyre.
Siempre mostró un gran deseo de aprender. Su padre le enseñó a leer y escribir. El molino ofrecía clases en las tardes y Livingstone disfrutaba leyendo libros de ciencias naturales y religión.
Fueron las creencias religiosas las que lo llevaron a África. Después de completar su entrenamiento como doctor en Londres, se unió a la Sociedad Misionera de esa ciudad. En 1840 se embarcó con destino a Ciudad del Cabo, en Suráfrica.
Livingstone viajó lejos a predicar. Aprendió lenguas tribales y se ganó un gran respeto por su trabajo médico. Se especializó en obstetricia y oftalmología.
Mientras que durante los primeros años se concentró en su trabajo como misionero médico, sus últimos viajes tenían por objetivo la exploración. En 1849 se convirtió en el primer europeo en cruzar el desierto del Kalahari hasta el Lago Ngami, y en 1851 alcanzó la parte alta del río Zambezi.
Enfermedad del sueño
De vuelta en Gran Bretaña, Livingstone publicó su best-seller "Viajes e Investigaciones misioneras en Suráfrica".
Se trataba de más que un recuento de sus aventuras. Reveló descubrimientos importantes que ayudaron a científicos a desarrollar un tratamiento para la tripanosomiasis africana, también conocida como enfermedad del sueño.
La enfermedad ataca a humanos y animales. Livingstone suspechaba que la versión animal se transmitía por la mordida de la mosca tse-tse.
Según el profesor Barret, sus anotaciones tuvieron una "influencia enorme" cuando se identificó la enfermedad en humanos, tiempo después.
La malaria terminó acabando con la vida de Livingstone. |
"Livingstone escribió sobre cómo trató a un caballo que contrajo fiebre después de ser mordido por una mosca. Usó una solución que contenía arsénico, y el caballo se recuperó", dice el especialista.
"Los investigadores leyeron sus notas 50 años después y determinaron que el arsénico había tenido un efecto. Jugando con su estructura química lograron desarrollar medicamentos para tratar la tripanosomiasis humana. Drogas con contenido de arsénico todavía se usan hoy", señala.
Últimos años
Los descubrimientos de Livingstone tuvieron un precio. El doctor regresó a África en 1858 para explorar la región de Zambezi. Lo acompañó su esposa Mary, pero en 1862 sucumbió a la malaria.
Para cuando Livingstone encabezó su última expedición en 1866 en busca del origen del río Nilo, también había caído gravemente enfermo.
Murió en la actual Zambia, en 1873, a la edad de 60 años, víctima de la malaria y la disentería. Nunca logró encontrar la fuente del Nilo.
Treinta años después, su compatriota Scot David Bruce identificó la causa de la enfermedad del sueño. Otro científico escocés, Ronald Ross, recibiría el premio Nobel por demostrar el vínculo entre los mosquitos y la malaria.
Livingstone nunca comprendería la importancia de sus anotaciones médicas para la investigación futura.
Muchos pacientes que reciben tratamiento hoy no tienen idea de cuánto le deben a Livingstone y a los primeros pasos que dio en dirección a lo desconocido.
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