El frío de las regiones más altas era un buen recaudo contra la malaria.
Pero el aumento de las temperaturas está
causando la propagación de esta enfermedad a mayores altitudes, según
sugiere un nuevo estudio.Los investigadores observaron que los habitantes de las regiones montañosas de África y América del Sur enfrentan un riesgo creciente de infección de la enfermedad que transmiten los mosquitos anófeles durante los años más cálidos.
Según los científicos, cuyos hallazgos publica la revista especializada Science, el futuro incremento de la temperatura puede resultar en millones de nuevos casos en algunas áreas.
"El impacto en términos del aumento del riesgo de la exposición a la enfermedad es muy grande", dijo Mercedes Pascual, investigadora de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, y autora del estudio.
Expansión
"El riesgo de la enfermedad disminuye con la altura y esta es la razón por la que históricamente la gente se ha asentado en estas regiones montañosas", explicó Pascual.
Pero los científicos dicen que este mal está entrando en nuevas áreas que hasta ahora habían estado libres de malaria.
Los investigadores observaron zonas densamente pobladas en las montañas de Colombia y Etiopía, donde existen registros detallados de temperaturas y casos de malaria desde la década de 1990 y hasta 2005.
Así vieron que en los años más cálidos, la malaria se desplazó a más altura en las montañas, mientras que en los años más fríos se limitaba a las elevaciones más bajas.
"Esta expansión puede ser la responsable de una parte sustantiva del aumento de casos de malaria que observamos en estas áreas", dijo Pascual.
Más vulnerables
Los científicos creen que el aumento de temperaturas puede causar una mayor propagación.Temen que en Etiopía, donde casi la mitad de la población vive a una altitud de entre 1.600m y 2.400m, podría haber muchos más casos.
"Hemos estimado que, en base a la distribución de la malaria con la altitud, el aumento de 1ºC en la temperatura podría ocasionar tres millones de casos adicionales en menores de 15 años por año", precisó Pascual.
Además, advierten los investigadores, dado que las poblaciones de esas zonas nunca han sido expuestas a la malaria, son particularmente vulnerables a la enfermedad.
Por eso sugieren que los esfuerzos para evitar su propagación deberían enfocarse en las zonas que se encuentran en los límites de esa expansión.
El mal es más fácil de controlar en esos lugares que en las alturas más bajas, donde ya está establecida.
De acuerdo a las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, se registraron 207 millones de casos de malaria en 2012 y 627.000 muertes.
La mayoría de las muertes ocurren entre los niños que viven en África.
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