Si bien el temor es una experiencia normal para las personas, cuando éste se experimenta en situaciones que no suponen una amenaza entonces se habla de fobia. Se trata así de un miedo que se vuelve irracional y que la persona siente no puede controlar. Síntomas para reconocer el trastorno y cómo superarlo
El trastorno de ansiedad social (TAS) o fobia social se caracteriza por un miedo intenso en situaciones sociales. Se denomina fobia social específica cuando se da la presencia de miedos persistentes e irracionales ligados a estímulos específicos, o de lo contrario, fobia social generalizada, que se presenta prácticamente en todas las situaciones sociales.
Si bien se desconoce el número exacto de personas con TAS, se estima que 1 de cada 8 personas desarrollan la enfermedad. Este trastorno es causado por una combinación de factores biológicos y determinadas situaciones en la vida de la persona, como por ejemplo, una mala relación con los padres o una experiencia social humillante a temprana edad. La fobia social tiende a aparecer en la adolescencia, iniciándose en forma gradual, y empeora progresivamente si no es tratada a tiempo.
El elemento clave del TAS es la ansiedad y temor extremos, causados por la posibilidad de ser juzgado por los demás como consecuencia de un comportamiento que podría ser visto como ridículo. La presencia o la anticipación de esa situación temida desencadena una serie de reacciones fisiológicas, cognitivas y motoras, que pueden tomar la forma de ataques de pánico.
Infobae consultó al licenciado en Psicología Manuel Tomé (MN 4018) para saber más sobre este tipo de trastorno y su tratamiento.
¿Qué tipo de personas sufren ansiedad social?
Aquellas que presentan una vulnerabilidad psicobiológica que los lleva a temer ser juzgadas, criticadas o desaprobadas por los demás, motivo por el cual pueden sentirse incómodos en las interacciones sociales o preocuparse porque los otros perciban su estado de ansiedad o nerviosismo (como transpirar, ponerse colorado o temblar). Si el temor es tan intenso que los conduce a evitar estas situaciones para no sentirse rechazados, o las enfrentan con un profundo malestar, afectando así su calidad de vida, se considera que estas personas sufren de un trastorno de ansiedad social.
¿Cuáles son sus manifestaciones?
Hay diferentes manifestaciones según sean conductuales, físicas o cognitivas. Los síntomas físicos típicos son el rubor, el sudor excesivo, las palpitaciones, los temblores, sequedad de boca, ganas de ir al baño, etc.
Las conductas más frecuentes son las evitativas, ya sean francas (no concurrir) o sutiles (poner excusas o buscar un lugar en donde no se note que transpira) y los temores más frecuentes como el miedo a que la mente se le ponga en “blanco” ante un examen o una situación de evaluación, o temer decir algo tonto, aburrido o desubicado e incluso miedo a no saber qué decir.
¿Qué impedimentos acarrean estos trastornos en el día a día de a quienes los padecen?
Presentan dificultades para progresar en sus trabajos, establecer relaciones de pareja, hacer nuevos amigos, o limitaciones en el desarrollo vocacional y profesional, etc.
¿Hay situaciones cotidianas que actúan como “disparadores” de episodios de ansiedad social?
Sí, toda situación en la cual la persona entienda o sienta que es susceptible de ser evaluada negativamente funciona como disparadora. Por ejemplo, tener que rendir exámenes orales y/o escritos, acudir a entrevistas laborales, participar en pequeños grupos, acercarse a personas que les resultan atractivas, ir a comprarse ropa, tener que dar charlas o hablar en público, entre otras.
¿Es posible superar la timidez y ansiedad social? ¿Cómo es el tratamiento?
Sí, requiere de un tratamiento adecuado para tal fin. Actualmente la terapia cognitivo-conductual demostró ser útil en ayudar a quienes padecen de este problema. El tratamiento consiste en lograr modificar las cogniciones erróneas (negativas) que la persona tiene acerca de su desempeño y de la actitud de los otros para con él. La exposición gradual a las situaciones temidas y el entrenamiento en habilidades sociales demostraron ser eficaces para tratar a personas con esta dificultad. Hay dos modalidades de tratamiento, una individual y otra grupal.
La experiencia grupal puede resultar profundamente beneficiosa por la variedad de herramientas que brinda para el tratamiento y la fuerte impronta vivencial que genera.
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