El envejecimiento es el responsable de que las personas mayores no reconozcan las emociones faciales con la misma facilidad que cuando eran jóvenes.
En pacientes con la enfermedad de Alzheimer, el problema se agrava puesto que el trastorno neurodegenerativo afecta a funciones cognitivas relacionadas con las habilidades comunicativas, tanto verbales como no verbales.
Varios estudios científicos han demostrado la relación entre personas con esta demencia y la dificultad de reconocimiento de expresividad facial, pero ninguno hasta ahora había analizado el papel que juega el contexto.
“Para pacientes con alzhéimer, comprender el contenido emocional de una cara es difícil, y si se compagina con otra tarea, como ocurre en la vida diaria, es aún más complicado”, explica Beatriz García-Rodríguez, investigadora del departamento de Psicología Básica II de la UNED.
Junto a expertos del Hospital de La Paz y de la Universidad Wurzburgo (Alemania), García-Rodríguez ha publicado un estudio donde realizan una evaluación “más adecuada” de los auténticos daños del proceso emocional en este colectivo.
En el trabajo, recogido por la revista American Journal of Alzheimer´s Disease & Other Dementias,los investigadores compararon las respuestas de 15 pacientes de entre 65 y 85 años con la enfermedad neurodegenerativa, respecto a 35 personas sanas de la misma edad.
Ambos grupos tuvieron que identificar las emociones de rostros fijos, primero de forma aislada y después, combinando la tarea con otra actividad visoespacial y semántica. Los resultados demostraron que la identificación de las emociones faciales se encontraba deteriorada en las personas con alzhéimer.
Además, esta capacidad disminuía de forma significativa y desproporcionada cuando la acción se combinaba con otra tarea visoespacial. Sin embargo, si la actividad con la que se combinaba era semántica, el reconocimiento no se agravaba en la misma medida.
“Los resultados sugieren que los pacientes con alzhéimer tienen más dificultades para procesar la información relativa a estados afectivos cuando existen otros estímulos ambientales, lo que provoca dificultades en la comunicación interpersonal”, concluyen los investigadores.
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