Él es el único hombre al que los militantes le encargan la tarea de recuperar los cuerpos de sus compañeros muertos en enfrentamientos con la OTAN y las fuerzas afganas.

Con su larga barba blanca, su turbante y su amplia vestimenta, Hakim sabe lo que es la espera y la tristeza que viven los familiares de los muertos
Sus dos hijos y uno de sus yernos murieron a manos de la insurgencia y él tuvo que esperar 14 largos y dolorosos días hasta recibir sus restos.
Ahora él es el primero en enterarse cuando se producen víctimas.
Tanto las tropas de la OTAN como las fuerzas afganas llevan los muertos del Talibán al hospital público de Mirwais, en Kandahar. Los cadáveres se depositan en el refrigerador de la morgue por un máximo de dos meses.
"Si nadie reclama el cuerpo, lo entierro en un cementerio del distrito de Zheray", dice.
Trata de registrar cosas como el color del cabello o los ojos, la ropa, los anillos o el reloj. Las heridas viejas y otro tipo de marcas en la cara o el cuerpo también les permiten a los familiares identificar a sus seres queridos.
Cuenta."Si alguien está buscando una persona desaparecida o un muerto, me llaman. Yo les muestro las fotos en mi teléfono, y ellos las comparan con las que tienen. Si coinciden, los llevo a la tumba donde están enterrados"
Hakim, de 65 años de edad, dice que el Talibán le pidió primero -hace alrededor de 6 años- que los ayudara a recuperar el cuerpo de uno de sus camaradas.
Mostró a las autoridades su credencial de trabajador voluntario de la Media Luna Roja afgana -la organización local que forma parte del Comité Internacional de la Cruz Roja- y así fue como le entregaron el cuerpo.
Poco después, los responsables del distrito de Zheray, en Kandahar, le pidieron si podía recobrar los restos de cinco soldados de las fuerzas del gobierno que habían perdido la vida en enfrentamientos. El Talibán no puso objeción.
Después de este episodio, Hakim se convirtió en el hombre de confianza de los dos bandos.
Cuenta que un día tuvo que rescatar 14 cuerpos del Talibán. En su opinión, todos merecen un entierro digno. Es una obligación ayudar a las familias a encontrar a sus seres queridos vivos o muertos.

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