La gente con una vida social rica y ocupada parecen presentar un mayor tamaño de la amígdala, una estructura ubicada en la profundidad del cerebro.
Según los investigadores, el hallazgo confirma la llamada "hipótesis del cerebro social" que sugiere que la amígdala humana pudo haber evolucionado para poder manejar la creciente complejidad de la vida social del individuo.
"Estamos llevando a cabo más investigaciones para tratar de entender mejor cómo la amígdala y otras regiones del cerebro están involucradas en la conducta social de los humanos", afirma la doctora Feldman.
"También estamos tratando de entender cómo las anormalidades en estas regiones cerebrales pueden alterar la conducta social en las enfermedades neurológicas y psiquiátricas", agrega
Estudios en el pasado también han vinculado a la amígdala con el procesamiento de las reacciones emocionales, incluido el miedo.
Varios estudios llevados a cabo con animales habían demostrado esa asociación.
Pero una investigación reciente llevada a cabo en la Universidad de Iowa, logró demostrar por primera vez el vínculo en el ser humano.
Los científicos descubrieron que una mujer cuya amígdala había quedado destruida debido a una enfermedad, era incapaz de experimentar cualquier tipo de miedo.
Los investigadores creen que la amígdala podría ser un objetivo importante en el desarrollo de nuevos tratamientos para trastornos como el de estrés postraumático.
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