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domingo, 10 de junio de 2012

REFLEXIONES SOBRE LA VERDAD DE GANDHI




La verdad jamás daña a una causa justa.

En la verdad, percibo la belleza: Ia des­cubro a través de la verdad. Todo lo que es verdad, no apenas las ideas exactas, sino también los rostros francos, los retratos fie­les y los cantos más naturales son objetos de belleza, e inclusive de inmensa belleza a veces. Son poquísimos los que saben dis­cernir la belleza que emana de la verdad.

Sin duda, lo que a uno puede parecer un yerro manifiesto, a otro puede parecerle sabiduría pura. Y nada puede hacer, aun­que sea víctima de una alucinación.

No tengo nada nuevo para enseñarle al mundo. La verdad y la no violencia son tan antiguas como las montañas. Todo lo que hice fue tratar de experimentarlas en la mayor escala posible.

El silencio ayuda mucho a quien, como yo, procura la verdad. En un estado de si­lencio, el alma encuentra el sendero ilu­minado por la luz más clara, y lo que era esquivo y engañoso, es resuelto por una claridad cristalina. Nuestra vida es una prolongada y ardua búsqueda de la verdad. Y para alcanzar la cima más elevada, el alma requiere reposo interior.

Las creaciones realmente bellas apare­cen cuando surge la comprensión verda­dera. Si estos momentos son raros en la vi­da, también son raros en las artes.

La verdad es como un inmenso árbol que brinda más y más frutos cuanto más se lo nutre. Cuando más hondo se excava en la mina de la verdad, más ricos son los des­cubrimientos de las gemas allí existentes, lo cual abre todavía mayores variedades de servicio al prójimo.
 

Cuando la contención y la cortesía se unen a la fortaleza, esta última se vuelve irresistible.

Si aspiramos a ser hombres que caminan con la cabeza erguida y no sobre cuatro patas, comprendamos de una vez por to­das que debemos someternos voluntaria­mente a la disciplina y a las restricciones... Satyagraha no comienza ni termina con la desobediencia civil.

En todas partes veo que cunden la exa­geración y la mentira. Pese a todos mis es­fuerzos, no alcanzo a saber dónde se es­conde la verdad. No obstante, tengo la im­presión de que me aproximo a ella, a me­dida que disminuye la distancia que me separa de Dios.




CÓDIGO DE CONDUCTA

Para los voluntarios, en 1930 redacté un código de conducta con nueve puntos:

1. No albergues rencor y sufre la ira del opo­nente. Rehúsa responder a sus ataques.

2. No te sometas a orden alguna dictada por la ira, aunque haya algún serio cas­tigo a esa desobediencia

3. Evita insultar o maldecir.

4. Protege al oponente del insulto o el ata­que, aun a riesgo de tu vida.

5. No resistas el arresto ni te aferres a propie­dades, salvo como delegado del dueño.

6. Niégate a entregar la propiedad que te confiaron, aun a riesgo de tu vida.

7. Si te toman prisionero, compórtate de modo ejemplar.

8. Como miembro de una unidad satya­graha, obedece las órdenes de los líde­res satyagraha, y en caso de serio desa­cuerdo renuncia a integrar la unidad.
 

9. No esperes garantías para el sustento de dependientes.

Los pasos siguientes rigen para toda campaña satyagraha, en la confrontación con un orden establecido:

1. Negociación y arbitraje.

2. Preparación del grupo para la acción di­recta.

3. Agitación.

4. Emisión de un ultimátum.

5. Boicoteo económico y medidas de huelga.

6. No cooperación.

7. Desobediencia civil.

8. Usurpación de las funciones de gobier­no.

9. Gobierno paralelo.

Pese a la humillación, a la tempestad, y a eso llamado derrota, soy capaz de con­servar mi serenidad, porque mi fe en el Dios-verdad es más profunda que esos re­molinos de la superficie. Puede describirse a Dios de mil maneras, pero prefiero adop­tar esta fórmula: "La verdad es Dios".

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