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domingo, 26 de agosto de 2012

El rol de la familia en el tratamiento de la obesidad

Ocho consejos para ayudar desde la familia de manera práctica


Una pregunta que se reitera con frecuencia en los consultorios, en las reuniones de grupos de obesidad y en otros ámbitos, es de qué manera pueden familiares, amigos, pareja, compañeros de trabajo y otras personas cercanas a los pacientes ayudar durante el tratamiento.
Ante todo, cabe destacar que en la actualidad hay consenso absoluto en cuanto a que la obesidad es una enfermedad; y esta definición implica que existen causas que la generan, aunque no todas estén claras aún. También se determinó que en la mayoría de los casos de obesidad muchas de estas causas operan simultáneamente, es decir que se trata de una enfermedad “multicausal”.
La doctora Fabiana Stolman (MP 29.668 – ME13260) es especialista en Medicina Interna y en Nutrición con orientación en Obesidad y reflexionó sobre la complejidad de esta enfermedad, a la que calificó como “una afección que va mucho más allá de la voluntad de la persona ya que esta multiplicidad de factores actúan simultáneamente dificultando el cambio y la pérdida de peso, en desmedro de su salud”.
“Es más, a la hora de afrontar un tratamiento orientado al descenso de peso, ya sea en forma quirúrgica o no quirúrgica, debemos entender que la obesidad es una enfermedad crónica y progresiva. En otras palabras, esta afección no tiene cura, pero sí puede controlarse”, sintetizó.
Y tras asegurar que “existen mecanismos en el organismo enfermo que de alguna manera sostienen a la enfermedad”, destacó que “eso es lo que genera que el tratamiento sea tan complejo”.
¿Facilitadores u obstructores?
Un tratamiento complejo y a largo plazo se ve favorecido por la existencia de un hábitat saludable para el paciente, es decir un entorno que lo ayude a afrontar cada uno de los pasos que deban darse en pos de la recuperación.
“En ese marco –insistió la especialista- es de vital importancia dimensionar la alta importancia que tiene el entorno en este tipo de enfermedades no transmisibles, para poder así generar espacios saludables que propicien el cambio y faciliten el cumplimiento de los objetivos planteado”.
Si bien al tratarse de personas adultas (salvo en casos de obesidad infanto-juvenil), el paciente es siempre el principal actor en esta historia, quienes de alguna manera lo acompañan pueden jugar a favor o en contra de la consecución de los objetivos. “En otras palabras, debemos tomar un papel de facilitadores del tratamiento de nuestro ser querido, y no de obstructores, que generen un entorno negativo para el logro de los cambios buscados. También debemos actuar como compañeros y sostén de la persona””, destacó Stolman.
Y agregó: “En este intento de colaborar no debe tomarse nunca el rol del paciente, y en lo posible debemos evitar emitir juicios o tratar de ser un cómplice de algunas transgresiones. Este tipo de actitudes podrían dificultar el éxito del tratamiento”.
La clave, cambiar hábitos
Los hábitos en general son construidos durante largos períodos en la vida, por lo tanto cambiarlos en un proceso que lleva tiempo, que puede tener recaídas y que requiere de mucha motivación. En ese sentido, algunos pacientes demorarán más que otros en estar listos para el cambio.
Para Stolman, “estos cambios, que son ineludibles en la búsqueda de una mejora en la salud, pueden tener de alguna manera algún impacto en las costumbres o rutinas del entorno”.
“El tratamiento quirúrgico de la obesidad (cirugía bariátrica) implicará entonces un proceso de aprendizaje, de modificación de hábitos, un compromiso personal con el tratamiento, y adquirir una mayor dedicación al cuidado de su salud. En esto, todos debemos ayudar al paciente en forma consciente y comprometida”, subrayó la especialista.
Y brindó una serie de recomendaciones para ayudar de manera práctica a los pacientes obesos candidatos a cirugía bariátrica:
1- Conocer y comprender lo mejor posible el tratamiento al cual el paciente se va a someter, sus etapas y el compromiso que éste debe adquirir.
2- No culparlo nunca por su enfermedad, brindándole apoyo y sostén emocional.
3- Compartir los logros y entender que en este proceso pueden haber recaídas.
4- Respetar sus nuevos hábitos. Es probable que al momento de compartir una cena, un festejo o cualquier situación cotidiana, quien esté en este proceso cambie su actitud ante la comida. No insista en repetir porciones u ofrecer alimentos o bebidas.
5- Si usted es quien se encarga de cocinar o hacer las compras, tenga en cuenta el plan alimentario indicado por los profesionales intervinientes, las cantidades y trate de no aislar al paciente de la comida familiar. Una alimentación saludable es buena para todos los integrantes, no solo para quienes deben bajar de peso.
6- Cuando esté a su alcance, facilítele el acceso a la actividad física y aliéntelo a mantener una rutina. También es muy útil compartir actividades recreativas que incluyan movimiento (caminatas, paseos en bicicleta, etc.)
7- El tratamiento implica cambios en diferentes aspectos de la vida del paciente que también repercutirán en el entorno, por ello es importante estar preparado para poder acompañarlo en este proceso. Los cambios abarcan desde los hábitos alimentarios, el estilo de vida, el estado de ánimo, el descanso, la energía, los vínculos, etc.
8- Cuando la intención de ayudar nazca del afecto, el resultado será favorable. Pero hay veces que podemos equivocarnos por desconocimiento. Cuando necesite orientación, no dude en consultar con algún miembro del equipo médico interviniente.

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