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miércoles, 9 de enero de 2013

"Las tres plenitudes" DESCALZO



¡ CUANTO LLEGO A MI ALMA ESTO QUE LEI A PRIMERA HORA DEL DIA DE HOY !

Habla San Alberto Magno que existen tres géneros de plenitudes: "la plenitud del
vaso, que retiene y no da; la del canal, que da y no retiene, y la de la fuente, que
crea, retiene y da". ¡Qué tremenda verdad!
Efectivamente, yo he conocido muchos hombres-vaso. Son gentes que se dedican a
almacenar virtudes o ciencia, que lo leen todo, coleccionan títulos, saben cuanto
puede saberse, pero creen terminada su tarea cuando han concluido su
almacenamiento: ni reparten sabiduría ni alegría.

Tienen, pero no comparten.
Retienen, pero no dan. Son magníficos, pero magníficamente estériles. Son simples
servidores de su egoísmo.  

También he conocido hombres-canal: es la gente que se desgasta en palabras, que
se pasa la vida haciendo y haciendo cosas, que nunca rumia lo que sabe, que
cuando le entra de vital por los oídos se le va por la boca sin dejar pozo adentro.
Padecen la neurosis de la acción, tienen que hacer muchas cosas y todas de prisa,
creen estar sirviendo a los demás pero su servicio es, a veces, un modo de calmar
sus picores del alma. Hombre-canal son muchos periodistas, algunos apóstoles,
sacerdotes o seglares.

 Dan y no retienen. Y, después de dar, se sienten vacíos.


Qué difícil, en cambio, encontrar hombres-fuente, personas que dan de lo que han
hecho sustancia de su alma, que reparten como las llamas, encendiendo la del
vecino sin disminuir la propia, porque recrean todo lo que viven y reparten todo
cuanto han recreado. Dan sin vaciarse, riegan sin decrecer, ofrecen su agua sin
quedarse secos. Cisto -pienso- debió ser así. El era la fuente que brota
inextinguible, el agua que calma la sed para la vida eterna. Nosotros -¡ah!- tal vez ya haríamos bastante con ser uno de esos hilillos que bajan chorreando desde loalto de la gran montaña de la vida.

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