Un
nuevo estudio de la Universidad de Rochester (URMC, por sus siglas en
inglés), en el estado de Nueva York, Estados Unidos, muestra que
manipular correctamente los astrocitos, una población de células de
apoyo que se encuentra en el cerebro, podría ser un nuevo y prometedor
enfoque para tratar la enfermedad de Parkinson.
Estos resultados, que se alcanzaron usando un modelo animal de la
enfermedad, demuestran que una sola terapia podría reparar
simultáneamente los múltiples tipos de daño neurológico causados por el
Parkinson, proporcionando un beneficio global que no se ha logrado con
otros enfoques.
"Uno de los desafíos centrales en la enfermedad de Parkinson es que
muchos tipos diferentes de células están dañadas, cada una de las cuales
tiene potencial importancia --afirma Chris Proschel, profesor asistente
de Genética Biomédica en el Centro Médico de la URMC y autor principal
del estudio, que se publica en 'EMBO Molecular Medicine'--. Si bien
sabemos que la pérdida colectiva de estas células contribuye a los
síntomas de la enfermedad, la mayor parte de la investigación actual se
centra en la recuperación de un solo tipo de células".
La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico progresivo que
afecta a un estimado de un millón de estadounidenses. Aunque la
condición está asociada con la pérdida de neuronas dopaminérgicas,
células que producen el importante neurotransmisor dopamina, el impacto
de la enfermedad es en realidad mucho más complejo y de gran alcance,
interrumpiendo funciones básicas de señalización y activación de la
destrucción de otros varios tipos de células que se encuentran en el
cerebro.
En consecuencia, mientras que la preservación y restauración de las
neuronas productoras de dopamina es fundamental para ralentizar o
invertir el curso de la enfermedad, cada vez está más claro que
cualquier éxito de la terapia a largo plazo debe proteger tanto las
áreas del cerebro atacadas como fomentar la reparación no sólo de las
neuronas dopaminérgicas sino también del daño que se produce en otras
poblaciones de células.
"Revertir el impacto de la enfermedad en el cerebro es similar a la
fijación de los retos de una casa que se encuentra en proceso de
desmoronarse", pone como ejemplo Proschel. "Si sólo se centran en hacer
frente a uno de los aspectos del problema, como el cableado, pero se
ignora el hecho de que el techo tiene goteras y la estructura se está
desmoronando, entonces es que no se han llevado a cabo las reparaciones
necesarias y es sólo una cuestión de tiempo antes de que las luces se
apaguen de nuevo", explica.
Mediante el uso de células de cerebro humano, Proschel y sus colegas
aislaron una población de células que se encuentra en el sistema
nervioso central llamados precursores gliales e indujeron las células
precursoras a producir una clase específica de astrocitos. Mientras que
los astrocitos tienden a acumular mucha menos atención que las neuronas,
sin embargo, son esenciales para mantener un ambiente saludable en el
cerebro. Por otro lado, los científicos están aprendiendo que la
disfunción del astrocito puede contribuir a múltiples trastornos
neurológicos.
En ambos casos, la capacidad para darse cuenta de las implicaciones
terapéuticas de estos descubrimientos ha sido difícil de demostrar. La
capacidad de los laboratorios, como el de Proschel, de aislar e
identificar las propiedades únicas de los diferentes tipos de
astrocitos, esencialmente la búsqueda de la célula correcta para el
trabajo correcto, ofrece la posibilidad de aprovechar estas células para
nuevas terapias.
Los astrocitos utilizados en el estudio difieren de otros tipos de
astrocitos presentes en el cerebro maduro. Cuando se implantaron en el
cerebro de ratas con enfermedad de Parkinson, las nuevas células
actuaban como los astrocitos que se encuentran en el cerebro en
desarrollo, que son más eficaces en la construcción de las conexiones
entre los nervios y la construcción de un entorno adecuado para el
crecimiento y la reparación.
ACTÚAN COMO UN EQUIPO DE REPARACIÓN
En consecuencia, los astrocitos implantados actuaron como un equipo de
reparación, restaurando la salud y la estabilidad de la estructura y
permitiendo que las células nerviosas del cerebro se recuperen y
reanúden su actividad normal. Los investigadores tuvieron cuidado de
implantar las células sólo después de que las ratas habían desarrollado
síntomas de la enfermedad de Parkinson, una espera que fue importante
porque se parece a cómo se utiliza una terapia similar en los seres
humanos, donde el daño neurológico causado por la enfermedad precede a
sus síntomas visibles.Tras
el trasplante, los científicos observaron que no sólo se recuperaron
las neuronas dopaminérgicas en los animales sino que otras células
nerviosas llamadas interneuronas también fueron rescatadas, algo que
ningún tratamiento anterior ha logrado. Las interneuronas juegan un
papel importante en el procesamiento de información y control de
movimiento y también se pierden en la enfermedad de Parkinson.
Por otra parte, la terapia restauró los niveles normales de
sinaptofisina, una proteína que es esencial para la comunicación entre
las células nerviosas. Las ratas trasplantadas recuperaron habilidades
motoras a niveles normales, revirtiendo esencialmente los síntomas de la
enfermedad.
"La importancia central de este trabajo es la revelación de una
potencialmente nueva terapia celular para la cual se cuenta coon las
células humanas adecuadas, que se puede utilizar para restaurar varias
poblaciones neuronales y rescatar la maquinaria molecular crítica en la
comunicación entre las células nerviosas, incluso cuando las células son
trasplantadas después de que ya se ha establecido el daño --resume Mark
Noble, miembro del Instituto de Medicina Regenerativa y coautor del
estudio--. A partir de lo que ya se sabe sobre estas células, parece
probable que ofrecen un enfoque prometedor para una variedad de
afecciones neurológicas".
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