Con el digno honor de ser la moneda más antigua del
mundo en curso legal, la libra esterlina ha acompañado a los británicos a
lo largo de gran parte de su historia.
Los orígenes, al sur
A pesar de sus fuertes lazos con lo británico las raíces de la libra están en la Europa continental.Su nombre se deriva de la palabra en latín libra que significa peso o equilibrio, a través de la construcción libra pondo, que significa 'una libra de peso'.
En inglés, la palabra 'libra' fue descartada (se dice pound) pero sigue presente tanto en el símbolo £ -una L adornada- y en la abreviación de la unidad de masa: lb.
Su valor originalmente equivalía al precio de una libra de plata esterlina.
Haciendo eco del antiguo sistema romano de libra, solidus y denarius, una libra solía dividirse en 20 chelines y 240 peniques.
La evolución de la especie
La verdad es que su peso variaba considerablemente y pocas veces 240 de esos peniques equivalían a una libra.
En esa época no había monedas de más valor, pues las libras y los chelines sólo servían como unidades para hacer cuentas.
No fue hasta 1489 cuando apareció la primera moneda de libra bajo Enrique VII. Se le llamó "un soberano". El primer chelín fue acuñado en 1504.
Luego llegaron los billetes, que empezaron a circular en Inglaterra poco después del establecimiento del Banco de Inglaterra en 1694. Al principio se escribían a mano.
En 1560 llegaron las monedas de oro y para 1672 algunas estaban hechas de cobre.
La libra se deshizo de su complejo sistema de chelines y peniques con la introducción del sistema decimal en 1971.
Mil años de inflación
Sin embargo, desde el siglo XV hasta el año 2000, su poder adquisitivo se ha reducido 400 veces, estima Sinclair.
En 1999, los expertos de la biblioteca de la Cámara de los Comunes concluyeron que entre 1750 y 1998 los productos habían aumentado unas 118 veces.
"Por ende, un penique (decimal) en 1750 tenía más poder adquisitivo que una libra en 1998", anota.
La mayor parte de esa inflación tuvo lugar después de 1945.
Pyx, del griego pyxis (píxide)
El profesor Nicholas Mayhew, quien se especializa en la historia de la libra esterlina, informa que Enrique I mandaba a castrar a los funcionarios encargados de la moneda cuyo producto no satisfacía los requerimientos.
Según Sinclair en 1124 la mitad de los acuñadores de monedas en Inglaterra eran mutilados como castigo por producir monedas falsas o de bajos estándares.
Enrique II mejoró la calidad de las monedas.
Bajo su reino, en 1282, la forma de asegurar la integridad de las monedas se formalizó en "El Juicio del Pyx", que se podría traducir como "El juicio de los cofres", una ceremonia con aire de tribunal que desde entonces se realiza anualmente para certificar que la producción de La Casa de la Moneda cumple con el diseño, dimensiones, diámetro, composición, peso y pureza requeridas.
Parte de la muestra se pone en cuencos de madera y se pesa para comprobar su exactitud de acuerdo al criterio establecido; la otra parte se deposita en vasijas de cobre y se manda a analizar en laboratorios, en los que hoy en día se hacen pruebas tanto tradicionales como modernas, para confirmar su composición química.
Al cabo de dos meses el Recordador del monarca (el cargo judicial más antiguo en el reino, encargado de "recordarle al tesorero y a los barones de la corte" sus obligaciones) le presenta el veredicto al Tesoro de su Majestad.
Hoy en día no hay sanciones previstas en caso de que el veredicto sea negativo, pero en el pasado se castigaba con cárcel: la idea era evitar que La Casa de la Moneda acuñara más de lo que el rey exigía.
La plata en la moneda
Pero sus orígenes son misteriosos: quizás se deriva de esterlin, una palabra normanda para 'pequeña estrella', o de lesterling, una palabra árabe para 'dinero'.
Cuando reinaba Enrique II el contenido de plata se había reducido al 92,5% para mejorar la durabilidad. Ese fue el nivel de pureza que se llegó a conocer como "plata esterlina".
Como el monarca se quedaba con la diferencia entre el contenido de metal precioso de la moneda y su valor nominal, Enrique VIII decidió aprovecharse y redujo drásticamente la cantidad de plata en las monedas acuñadas, produciendo lo que pasó a la historia como "la gran degradación".
Durante ese período, las ganancias de la corona inglesa se elevaron a niveles poco razonables: en 1551 el valor de la plata en una moneda no era más que el 25% de su valor nominal.
En los 1560s, recayó sobre los hombros de Isabel I el restaurar el valor de las monedas, remplazándolas con unas con el contenido de metal precioso indicado, algo que permaneció relativamente estable hasta el siglo XIX.
Más de un milenio
Durante siglos hubo individuos que le recortaban los bordes a las monedas para acumular, trozo por trozo, cantidades significativas del metal. Luego las volvían a poner en circulación, como si estuvieran intactas.
Pero en los 1660s el proceso de acuñar se empezó a mecanizar así que se introdujeron diseños en los bordes, como letras y líneas, para ponerle fin a esa práctica.
Luego están los falsificadores. Históricamente, los castigos llegaron a ser tan duros que se sabe de un hombre, William Chaloner, que fue sentenciado a muerte después de ser acusado por quien entonces era Maestro del Tesoro: el eminente científico Isaac Newton.
Respecto a su valor, ha habido numerosos intentos para manejarlo, incluyendo el Patrón Oro, el sistema Bretton Woods y el Mecanismo Europeo de Cambios, pero la ortodoxia económica occidental dominante ahora prefiere el régimen de tipos de cambio, y el valor de la libra ahora es casi enteramente determinado por la oferta y demanda.
La libra esterlina se convirtió en la más antigua moneda en uso al sobrevivir como una divisa independiente cuando la mayoría del resto de Europa adoptó el euro, y continúa añadiendo años a sus más de 1.200 de vida.
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