El cáncer de mama afecta a 22.000 nuevas personas al año,
frecuentemente mujeres, según la Asociación Española contra el Cáncer.
Algunos de los afectados se quejan de problemas cognitivos asociados al
tratamiento contra el cáncer, alteraciones que antes no tenían, como
por ejemplo fallos de memoria o despistes.
Linda M. Ercoli y un grupo de investigadores estadounidenses ha demostrado que es posible intervenir con éxito sobre estos problemas. En un estudio publicado en Brain Imaging and Behavior (2013), describen cómo un grupo de supervivientes de cáncer de mama participó en un programa de entrenamiento cognitivo grupal durante cinco semanas. Las evaluaciones neurocognitivas realizadas antes y después de la intervención, demostraron que hubo un número significativamente menor de quejas específicas de memoria, así como una mejora en test de atención, inhibición y velocidad psicomotriz.
Además, un subgrupo de los participantes en el estudio se sometió a una prueba de electroencefalografía cuantitativa en reposo. Tras el programa de entrenamiento, se observó un aumento del valor absoluto de las ondas alfa cerebrales, que se asoció con la reducción en el número de quejas cognitivas presentadas por los pacientes.
Los autores concluyen afirmando que la intervención cognitiva para mejorar el funcionamiento mental de las personas que sobreviven al cáncer de mama es una iniciativa posible y que pueden conseguirse cambios importantes tanto a nivel subjetivo como en test objetivos.
Linda M. Ercoli y un grupo de investigadores estadounidenses ha demostrado que es posible intervenir con éxito sobre estos problemas. En un estudio publicado en Brain Imaging and Behavior (2013), describen cómo un grupo de supervivientes de cáncer de mama participó en un programa de entrenamiento cognitivo grupal durante cinco semanas. Las evaluaciones neurocognitivas realizadas antes y después de la intervención, demostraron que hubo un número significativamente menor de quejas específicas de memoria, así como una mejora en test de atención, inhibición y velocidad psicomotriz.
Además, un subgrupo de los participantes en el estudio se sometió a una prueba de electroencefalografía cuantitativa en reposo. Tras el programa de entrenamiento, se observó un aumento del valor absoluto de las ondas alfa cerebrales, que se asoció con la reducción en el número de quejas cognitivas presentadas por los pacientes.
Los autores concluyen afirmando que la intervención cognitiva para mejorar el funcionamiento mental de las personas que sobreviven al cáncer de mama es una iniciativa posible y que pueden conseguirse cambios importantes tanto a nivel subjetivo como en test objetivos.
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