Una encuesta habla del fin
del "individualismo", el "egoísmo" y la "competencia" y del resurgir de la "solidaridad" y la
"colaboración". El papel de "la
figura del nuevo pontífice" en este
despertar
Italia es hoy un país de gente menos desesperada, egoísta y encerrada en sí misma, según el Centro de Estudios de Inversiones Sociales (Censis, por sus siglas en italiano), una prestigiosa fundación creada en 1964, que todos los años presenta un Informe sobre la situación social italiana.
"Los valores de los italianos 2013. El retorno del péndulo": es el título elegido por el Censis para el análisis de los resultados de su investigación. ¿En qué cosas buscan hoy los italianos su realización personal? Es la pregunta que se formularon los investigadores y la respuesta revela que, si hasta ahora primaban el "individualismo", el "egoísmo" y la "competencia", hoy hay una mayor proclividad a la "sociabilidad, el altruismo y la colaboración". Es decir, a "valores".
Así resumió Giulio De Rita, investigador del Censis, este nuevo estado de ánimo: "El egoísmo está agotado, crece el deseo de ir al encuentro del otro. Los ciudadanos están preocupados pero ya no desesperados". Cabe recordar que el marco de esta investigación es el de un país afectado por la crisis económica y sus duras consecuencias sociales.
"Los números –agregó De Rita- dicen que la crisis antropológica agotó su impulso. Pero esto no quiere decir que el egoísmo, la pasividad, la irresponsabilidad o el materialismo estén de pronto desapareciendo. Incluso están en su punto máximo, pero muestran que ya no tienen la fuerza necesaria para ir más allá". Es por ello que el Censis apela a la imagen del péndulo: "Las emergías para un cambio de dirección están presentes, pero se trata de una energía en potencia, que todavía no se ha activado".
Los datos que autorizan el optimismo radican en que las ambiciones personales van dejando lugar a otra clase de gratificaciones: 45,8% de los italianos declara desear hacer algo por su comunidad aunque no saber bien qué. Un 40,1% de los italianos se dice muy dispuesto a visitar a los enfermos y un 29,5% afirma que la idea de ayudar a alguna persona que esté en dificultades le resultaría muy grata.
Al mismo tiempo, pese a la crisis, el estado de ánimo prevaleciente no es el del desaliento ni la desesperación. Aunque el 85% se declara preocupado y el 71,2% incluso indignado, un 73,5% afirma no sentirse frustrado y 4 de cada 10 se muestran confiados en sí mismos y en el porvenir.
Además, un 59% de los italianos afirma que cuidar la propia espiritualidad procura una buena dosis de energía positiva. Y, según el Censis, se difunde una suerte de "papafranciscanismo: la figura del nuevo Papa está despertando en muchos el interés no sólo por la fe, sino más en general por la vida espiritual y el gusto por cierta frugalidad en el consumo".
Una actitud que, según los investigadores, podría incluso trasladarse el mundo del trabajo y de la empresa. "Podría abrirse camino una nueva cultura empresarial, más colaborativa, capaz de ser estimulante para el país, en la que prevalecerá el deseo de descubrir al otro como aliado y no como competidor", dice el Censis.
"En el país se prepara una reacción a la degradación antropológica, una reacción que, sin embargo, espera ser encauzada o conducida. Este impulso hacia los ideales muestra tener la suficiente energía para hacer que el retorno del péndulo sea un recorrido evolutivo y no involutivo. Pero se advierte la ausencia de una dirección que haga confluir todas estas energías: hoy el 67% de los italianos no se siente representado por nadie", es la conclusión, optimista y cauta al mismo tiempo, de este centro de estudios.
Italia es hoy un país de gente menos desesperada, egoísta y encerrada en sí misma, según el Centro de Estudios de Inversiones Sociales (Censis, por sus siglas en italiano), una prestigiosa fundación creada en 1964, que todos los años presenta un Informe sobre la situación social italiana.
"Los valores de los italianos 2013. El retorno del péndulo": es el título elegido por el Censis para el análisis de los resultados de su investigación. ¿En qué cosas buscan hoy los italianos su realización personal? Es la pregunta que se formularon los investigadores y la respuesta revela que, si hasta ahora primaban el "individualismo", el "egoísmo" y la "competencia", hoy hay una mayor proclividad a la "sociabilidad, el altruismo y la colaboración". Es decir, a "valores".
Así resumió Giulio De Rita, investigador del Censis, este nuevo estado de ánimo: "El egoísmo está agotado, crece el deseo de ir al encuentro del otro. Los ciudadanos están preocupados pero ya no desesperados". Cabe recordar que el marco de esta investigación es el de un país afectado por la crisis económica y sus duras consecuencias sociales.
"Los números –agregó De Rita- dicen que la crisis antropológica agotó su impulso. Pero esto no quiere decir que el egoísmo, la pasividad, la irresponsabilidad o el materialismo estén de pronto desapareciendo. Incluso están en su punto máximo, pero muestran que ya no tienen la fuerza necesaria para ir más allá". Es por ello que el Censis apela a la imagen del péndulo: "Las emergías para un cambio de dirección están presentes, pero se trata de una energía en potencia, que todavía no se ha activado".
Los datos que autorizan el optimismo radican en que las ambiciones personales van dejando lugar a otra clase de gratificaciones: 45,8% de los italianos declara desear hacer algo por su comunidad aunque no saber bien qué. Un 40,1% de los italianos se dice muy dispuesto a visitar a los enfermos y un 29,5% afirma que la idea de ayudar a alguna persona que esté en dificultades le resultaría muy grata.
Al mismo tiempo, pese a la crisis, el estado de ánimo prevaleciente no es el del desaliento ni la desesperación. Aunque el 85% se declara preocupado y el 71,2% incluso indignado, un 73,5% afirma no sentirse frustrado y 4 de cada 10 se muestran confiados en sí mismos y en el porvenir.
Además, un 59% de los italianos afirma que cuidar la propia espiritualidad procura una buena dosis de energía positiva. Y, según el Censis, se difunde una suerte de "papafranciscanismo: la figura del nuevo Papa está despertando en muchos el interés no sólo por la fe, sino más en general por la vida espiritual y el gusto por cierta frugalidad en el consumo".
Una actitud que, según los investigadores, podría incluso trasladarse el mundo del trabajo y de la empresa. "Podría abrirse camino una nueva cultura empresarial, más colaborativa, capaz de ser estimulante para el país, en la que prevalecerá el deseo de descubrir al otro como aliado y no como competidor", dice el Censis.
"En el país se prepara una reacción a la degradación antropológica, una reacción que, sin embargo, espera ser encauzada o conducida. Este impulso hacia los ideales muestra tener la suficiente energía para hacer que el retorno del péndulo sea un recorrido evolutivo y no involutivo. Pero se advierte la ausencia de una dirección que haga confluir todas estas energías: hoy el 67% de los italianos no se siente representado por nadie", es la conclusión, optimista y cauta al mismo tiempo, de este centro de estudios.
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