Según los autores, el funcionamiento de este mecanismo molecular no solo explica por qué comer a horas del día “erróneas” o demasiada cantidad desincroniza nuestro reloj corporal, sino que podría ayudar a combatir el síndrome del atracón nocturno y el jet lag que se produce cuando viajamos cruzando varios husos horarios. Además de explicar por qué las personas “búho” o noctámbulas (que suelen trasnochar) muestran más predisposición a sufrir obesidad que los individuos que tienden a acostarse temprano y madrugar.
Según los investigadores, el reloj alimentario prepara a nuestro cuerpo a absorber los nutrientes cuando comemos, está diseñado para anticiparse a nuestros patrones alimentarios, e incluso pone en marcha losgenes necesarios para sacar el máximo partido de los alimentos que vamos a ingerir unos minutos antes de que nos sentemos a la mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario