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miércoles, 30 de mayo de 2012

cuando el racismo convierte a la escuela en una pesadilla

Khadeja Fahat de 14 años desde hace meses esta adolescente sufre abusos racistas debido a su religión islámica en su escuela de Wilmslow, Cheshire, en el noreste de Inglaterra.



anto su rendimiento escolar como su salud mental se han visto mermados.
"Me sentía atormentada casi todos los días, tenía miedo de ir al colegio".
"Solía ir pensando: ¿a qué me tendré que enfrentar ahora?, ¿será que alguien me golpeará, me gritará o me tirará algo?".
La joven continúa: "los niños me insultaban, una vez me llamaron terrorista y talibán y me preguntaron por qué había estado detrás de lo que ocurrió el 11 de septiembre".
Khadeya
Khadeya no entendía las razones del maltrato físico y verbal por parte de su compañeros de clases. 
"Una vez, incluso, alguien gritó: miren a esa niña, tiene una bomba en su bolso. Eso me deprimió mucho; he perdido toda mi confianza".
"Pasé de ser una chica alegre siempre sonriente porque me encantaba ir a la escuela y aprender, a alguien a quien no le importa nada y sólo quiere que los días terminen cuanto antes".
"Yo no entendía por qué me trataban así. Me sentía igual que el resto de mis compañeros, con la única salvedad de llevar un pañuelo en la cabeza".
De acuerdo a organizaciones contra el racismo, se ha registrado un aumento de la islamofobia en las escuelas de Reino Unido y preocupa que las escuelas no saben cómo afrontar el problema.

Cuando comenzó el último curso, la adolescente ocultó los abusos que enfrentaba en la escuela, relata su madre, Saika Shabir.
Shabir, que es una profesora de origen paquistaní, dijo que se sorprendió cuando se enteró de la intimidación que sufría su hija y se comunicó directamente con la escuela.
"Khadeja era muy reservada acerca de todo lo que estaba pasando. Cuando finalmente me lo dijo, me sentí molesta, enojada y decepcionada de mí misma".
"Me pregunté por qué no le había hecho más preguntas acerca de su día a día".
Khadeja asegura que el acoso no sólo afectó su educación, sino también su salud.
"Estaba muy deprimida y perdí peso porque dejé de comer, no me daba hambre. Solo quería irme a la cama. Ya nada me emocionaba, ni siquiera regresar a casa, pues sabía que tendría que volver a la escuela al día siguiente".
Su madre asegura que su indignación sobrepasó los límites cuando Khadeja fue golpeada por otro estudiante.
"Aún tengo un mensaje de texto en el que me dice que alguien la golpeó en las costillas y me pregunta si puedo recogerla de la escuela. Me decepcionó la forma en que la escuela lidió con el asunto".
En un intento por proteger a Khadeja del abuso, que tuvo lugar durante más de seis meses (de septiembre de 2010 a marzo de 2011), su escuela le asignó un compañero que debía quedarse con ella en todo momento.
Pero la señora Shabir dice: "los maestros se sentían abrumados y no sabían cómo hacer frente a la situación".
"Mi hija fue intimidada por distintos niños durante muchos años. Me enoja pensar en cómo los niños fueron capaces de comportarse así con ella.
Ahora Khadeja se ha trasladado a una nueva escuela en la que poco a poco va asentándose y comienza a hacer amigos.
Sin embargo, su rendimiento escolar se ha visto muy afectado. Después de haber perdido tres meses de estudio, está muy por detrás del resto de los estudiantes de su año.

Queremos enterrar lo que ocurrió el año pasado y seguir adelante, para toda la familia fue muy duro lidiar con lo que le pasó a Khadeja", relata la madre.
Aún tengo un mensaje de texto en el que me dice que alguien la golpeó en las costillas y me pregunta si puedo recogerla de la escuela"
Khadeya y su madre
Pero los alumnos como Khadeja no están solos.

Las organizaciones que trabajan contra el racismo aseguran que la islamofobia es un problema importante en las escuelas de algunas zonas de Reino Unido y otros países del mundo como Estados Unidos.
"Estamos viendo un crecimiento de la intimidación (bullying, en inglés) racista hacia los estudiantes musulmanes, así como también contra los romaníes, gitanos y otras comunidades itinerantes", asegura Sarah Soyei, de la organización Show Racism the Red Card (Muéstrale al Racismo la Tarjeta Roja).
"La gente joven puede adoptar el comportamiento racista de sus padres o amigos y no comprender ciertas situaciones", dice.
"Pero no se trata de castigar a los niños más pequeños, se trata de educarlos para que ellos puedan entender por qué estas conductas son malas, y de ese modo puedan cambiarlas".
Con ayuda psicológica, poco a poco Khadeja está consiguiendo superar la traumática experiencia.
"Había perdido toda mi confianza y ahora lentamente intento recuperarla. Todavía estoy muy lejos de volver a ser la persona feliz que era".








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