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jueves, 17 de mayo de 2012

EL DESAFIO DE TRAER LA ENERGIA SOLAR DESDE EL ESPACIO

Ingenieros aeroespaciales en la Universidad de Strathclyde trabajan con colegas en Europa, Japón y Estados Unidos para colocar estaciones de energía solar donde el Sol brilla todo el tiempo: en la órbita espacial.



Estos satélites solares operarían más allá de las variaciones del clima. Y a través de microondas, o rayos láser, transmitirían la energía hacia la Tierra.
El hombre que lidera la investigación, Dr Massmiliano Vasile, dice que uno de los usos potenciales de este sistema es en zonas de desastre, donde la energía se enecesita de forma urgente.
Vasile asegura que unidades militares móviles también se beneficiarían.
Receptores de rayos láser relativamente pequeños les darían independencia de las líneas de suministro de combustible tradicionales.

Las frecuencias de los rayos tendrían que ser ajustadas para evitar los peligros asociados con las microondas y el láser.
Y existen posibles usos más allá de la Tierra. Esta tecnología podría enviar energía a los vehículos todoterreno que exploran la Luna, u otros satélites.
¿El desafío? Colocar una estación de energía solar allí arriba.
Incluso poner estructuras ligeras de metal en órbita es costoso y complejo, por lo cual en la Universidad de Strathclyde experimentan con materiales livianos.
Un estudiante de postgrado de este centro de estudios de Glasgow trabaja con discos con una delgada película de plástico metalizado. Son pequeños y frágiles, incluso cuando se sueldan dos de ellos por los bordes.
En el vacío del espacio, la pequeña cantidad de aire atrapado entre ellos crearía una estructura semirrígida. Varios de ellos unidos podrían servir para atrapar la luz solar o reflejar la energía solar hacia la Tierra.
Se trata de una teoría que será probada en el espacio el próximo año. Pero otras ideas ya han dejado el laboratorio.
Una de ellas se originó en Japón: una ligera red giratoria que podría constituir la base para un satélite solar. Sus cuatro cámaras enviaron de vuelta poco más de dos minutos de imágenes intrigantes. Los dos últimos cuadros dieron pistas de que la red se desplegó en el espacio.
Pero luego el paracaídas no se abrió y el experimento cayó en una zona nevada del norte de Suecia. De haber evitado un aterrizaje forzoso, el equipo de Strathclyde hubiera contado con más información por recuperar.
Un grupo de investigadores iniciará en agosto una misión para recuperarlo y para ello buscarán recaudar fondos en internet.
La idea de satélites solares y rayos de energía puede sonar rebuscada para muchos. Pero este experimento científico recibe el apoyo de organismos como la Agencia Espacial Europea y la NASA.
De hecho, la científica podría ser la parte más simple. Dar el salto a la órbita requiere dinero y, aún más que eso, señalan los expertos, voluntad política.



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