En una pequeña habitación de un barrio en el norte de Londres, Jost Haas fabrica un ojo de vidrio.
Detrás de cada uno de los clientes de Haas hay una trágica historia, por cáncer, por un asalto, o incluso por un momento de desatención con una cuerda de resortes.
Para algunas personas, recibir el ojo protésico es liberador y transformador.
Un ojo artificial no es como una pierna artificial o un diente falso. No hace nada que un ojo real pueda hacer. Sus beneficios son puramente sociales y psicológicos, para hacer que los demás se sientan cómodos y hacer que quien lo lleva se sienta normal.
La eventual jubilación de Haas puede causar dificultades a sus clientes fieles pero actualmente la mayor parte de los ojos falsos están hechos de acrílico, no de vidrio.
El patrón está pintado con un pincel fino. A diferencia de un ojo de vidrio, uno acrílico se puede pulir si la superficie pierde brillo.
Un fabricante de ojos falsos se conoce como ocularista y los ocularistas son posiblemente los artistas más prácticos del mundo.
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