El gobierno de la nación asiática planea abolir en un plazo de tres a cinco años la práctica de utilizar para los trasplantes órganos de presos ejecutados.
Cerca de 1.5 millones de personas en China necesitan trasplantes, pero solamente se llevan a cabo unos 10.000 anualmente.
China tiene pocos donantes y una gran población de pacientes que necesitan trasplantes. La mayoría de las donaciones de órganos provienen de condenados a muerte.
Huang Jiefu, viceministro de Salud Pública, aseguró que el gobierno de Pekín quiere crear un sistema nacional de donación de órganos que permita reducir la dependencia actual de los condenados, según informó la agencia oficial Xinhua.
El gobierno asegura que los presos donan voluntariamente sus órganos, pero grupos defensores de los derechos humanos han expresado preocupación de que se les obliga a hacerlo antes de ejecutarlos
China es el segundo país que más trasplantes de órganos realiza al año, más de 10.000, según recalcó ayer el viceministro de Salud, Huang Jie-fu. Pero este éxito viene lastrado éticamente, como reconoció Huang en la Conferencia sobre Donación y Trasplante que se celebra en Madrid.
El 90% de los órganos extraídos de un cadáver (aproximadamente 5.000, un 55% del total) son de ejecutados, hay compraventa de vísceras, todavía existe el turismo de trasplantes y falta una organización nacional, señaló.
Huang fue especialmente duro con el tema de las ejecuciones. "No cumple con las prácticas estándar internacionales ni éticas", dijo.
A raíz de este tema Huang consiguió la única ovación espontánea del congreso, cuando dijo que se estaban preparando para "una posible prohibición de la pena de muerte" que les dejaría sin órganos.
Luego, en conversación con EL PAÍS, insistió en que "las extracciones se hacen después de conseguir el consentimiento de los reos o de sus familiares". "El hambre de beneficios y la pobreza de algunas personas" hacen que éstas "vendan un riñón", dijo. "La compra es contraria a la justicia", afirmó.
Pero la persistencia de esta práctica explicaría, en parte, que la proporción de donantes vivos (un 45%) hace que sea de los más altos del mundo, muy lejos de España (el 10%).
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