Existe un tú, que es el que el resto del mundo ve.
Y luego está el tú que realmente, verdaderamente tú eres.
A veces puedes llegar a preocuparte demasiado por tu imagen y por lo que los demás piensan.
Y esa bella persona, el verdadero ser humano que está en tu interior queda reprimido, ahogado bajo todo aquello.
Hay tanto más en ti mismo que lo que la gente ve.
Y si prestas atención, podrás sentir a esa persona dentro de ti anhelando estar viva de verdad.
El tú que tú realmente eres no está allí para causar dolor, sino para sentir plenitud y alegría.
El dolor proviene, de hecho y en la mayoría de los casos, de mantener escondido al verdadero yo.
Podría parecer que el éxito exterior requiere que mantengas a tu verdadero yo reprimido y olvidado.
Pero cualquier cosa que puedas conseguir negando quien tú realmente eres terminará siendo algo vacío, carente de sentido y por lo que no valdría la pena el esfuerzo.
El verdadero éxito llega cuando lo que está en el exterior encuentra fuerza y sustancia en lo que yace en tu interior.
La vida tiene verdadero sentido cuando lo que haces está basado en quien tú sabes que de verdad eres.
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