La iniciativa surgió en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) en Vancouver, Canadá, la conferencia más grande del mundo de la ciencia.
El movimiento se basa en años de investigación que demuestran que tanto delfines como ballenas tienen cerebros grandes y complejos y un nivel auto-conciencia similar al de los humanos.
Tales descubrimientos han llevado a los expertos a concluir que, aunque los delfines y las ballenas no son humanos, si son personas en un sentido filosófico, lo cual tiene implicaciones de largo alcance.
La declaración, que originalmente se acordó en mayo de 2010, señala entre otros puntos que: "todo individuo cetáceo tiene derecho a la vida", "ningún cetáceo debe estar en cautividad o servidumbre, ser objeto de tratos crueles o ser retirado de su ambiente natural", o que "ningún cetáceo es propiedad de ningún Estado, sociedad, grupo humano o individuo".
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