Borret comenzó a ofrecer este particular servicio hace un par de meses y ya tiene tres empleadas trabajando para ella. Pero con el florecimiento del negocio, la moda llegó a las autoridades, quienes dicen que la actividad no está permitida y que tiene una orientación sexual.
Sin embargo la señorita Borret insistió en que su negocio es respetable y que ella misma prohibe a sus empleadas a cualquier tipo de contacto físico, y por ende sexual, con sus clientes. Y contraatacó: declaró que levantará acciones legales si la Ciudad intenta clausurar su empresa.
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