Los años pueden arrugar la piel; pero cuando se renuncia al entusiasmo le salen arrugas al alma. las preocupaciones, el temor, la falta de confianza en uno mismo, encogen el corazón y aniquilan el espíritu.
Lo mismo a los 60 que a los 16, en todo corazón humano palpitan el ansia por lo maravilloso y el constante apetito – como de niño – por lo que ha de venir y la alegría inherente al juego de la vida. En el centro del corazón – del tuyo y del mío – existe una estación de radio. Mientras reciba mensajes de belleza, esperanza, alegría, valor y fuerza, tanto de los hombres como del Infinito, seguirás siendo joven.
La juventud no es una época de la vida; es un estado mental. No consiste en tener mejillas sonrosadas, labios rojos y piernas ágiles. Es cuestión de voluntad; implica una cualidad de la imaginación; un vigor de las emociones; es la frescura de las profundas fuentes de la vida.
Cuando se abatan tus antenas, cuando las nieves del cinismo y el hielo del pesimismo cubran tu espíritu, entonces sí habrás envejecido, aunque sólo tengas 20 años. Pero mientras tus antenas sigan en alto, dispuestas a captar las ondas del optimismo, hay esperanzas de que mueras joven, aún cuando seas un octogenario.
Autor: Samuel Ullman
Autor: Samuel Ullman
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